Como todas los días, durante los últimos 5 años, Lina se levanto antes de que el sol brillara. Se vistió con un pantalón corto amarillo y una playera blanca que tenia dibujado minúsculos pollitos en las mangas, se desenrredó el cabello y lo amarró con cintas de colores, después se puso colorete en las mejillas y corrió al cuarto siguiente a elegir un juguete. Estaba triste. Carlos, con su oberol café, camisa de cuadros y tenis gastados, la esperaba en la puerta sosteniendo un pequeño trompo azul. Cuando llego a su lado se dieron un enorme abrazo, sabían que esa era la ultima vez que estarían juntos, Carlos cumularía los 8 al día siguiente y debería irse. Pronto seria remplazado por Gina, quien en unos meses llegaría a los 3 años.
Al abrirse la puerta salieron a un pequeño jardín semicircular de pasto sintético, con un árbol plástico en el centro del que pendía un columpio de madera; cerca a una pequeña fuente de piedra, ologramas creaban: mariposas, flores y pajaros, mediante unas bocinas colocadas en lo alto de la pared, se escuchaba el silbido de las aves y del agua, lo que daba mas realismo a esa fantasía. El jardín no estaba al aire libre, enormes paredes pintadas como si fuera el horizonte la delimitaban y al frente un enorme ventanal permanecían oscuro. Los niños tomaron posiciones; Carlos junto a la fuente y Lina en el columpio sosteniendo d un brazo a la muñeca que había elegido.
Al encenderse la luz los niños empezaron a jugar.
Del otro lado del cristal varios adultos observavan con asombro y tomaban fotografías. Sobre el cristal solo había un pequeño letrero blanco con letras marrón que decía: Inocencia.





