lunes, 5 de octubre de 2015


-Los sapos que se convierten en príncipes no existen!!!-
le grito la pequeña niña al sapito, justo antes de aplastarlo con una piedra.

Regreso I

Algo en ella no estaba bien, pero no entendía que era.
Todos la llamaban afortunada, en un mundo caótico tenía un buen trabajo , una pareja estable y un pequeño departamento en los suburbios. Todas las mañanas se levantaba al escuchar la radio estatal, 7:00am se arreglaba y se dirigía a la puerta, el paquete de desayuno estaba ahí, fresco como siempre, comía con calma y sonaba el computador, Jordy - su pareja- le deseaba un buen día, intercambiaban palabras sobre cómo habían pasado la noche y que harían ese día, era jueves día de cita, el trabajo de ambos solo les permitía reunirse ese día. 
Salía a la calle y tomaba el bus que la llevaría a su trabajo, una vez ahí y tras saludar a los compañeros que encontrara en el camino se dedicaría a traducir libros de instrucciones de alemán a español; en su hora de socialización hablaba sobre la cita que tendría, irían a un carísimo restaurante que ella no podía permitirse, pero su Jordy, piloto privado si, siempre le gustaba llevarla a lugares así, todas la felicitaban por la buena fortuna que implicaba el tener un chico como el. Por la tarde regresó a casa y se dispuso a arreglarse para su cita, entonces tocaron a la puerta. Vio el reloj, aún faltaban 15 minutos, era imposible que se hubiera adelantado y más aún que subiera tocar la puerta, siempre la esperaba en el coche, volvieron a tocar, abrió y no había nadie salvo el paquete de cena, lo cual era extraño, no estaba apuntada en la lista de jueves para la cena, los proveedores debieron equivocarse, levantó el paquete mientras pensaba en reportar la anomalía y noto que no pesaba nada, sintió curiosidad; el reloj marco las 8 y dejó el paquete en la mesa de comedor, se apresuró a bajar. Jordy la esperaba como siempre en el auto y pregunto si todo estaba bien, se había atrasado 3 minutos, ella consideró contarle lo del paquete pero decidió callar. La noche continuó con tranquilidad, hablaron del trabajo y planes de futuro, al terminar la noche la llevo a casa y se despidieron con un cálido apretón de manos. Subió a su departamento, entendió la luz y vio nuevamente el paquete, por un momento lo había olvidado, lo contemplo por un largo rato y decidida lo abrió, adentro solo había un papel con las letras L,I, N, A,  no sabía lo que significaba y se prometió reportarlo a la mañana siguiente. No pudo dormir, una marejada de cosas se arremolinaban en su mente, sentía curiosidad, verdadera curiosidad y sorpresa, por primera vez o de nuevo, ese pensamiento la abrumó, algo no está bien con ella, pero no sabía que era...